domingo, 19 de agosto de 2018

Aún no sabemos cómo se llamará la siguiente generación del iPhone

El año pasado supimos de la existencia y funcionamiento del iPhone X en detalle debido a la filtración protagonizada por el HomePod. Sin embargo, no fue hasta un puñado de días antes de la keynote de septiembre cuando supimos por fin cómo se llamaría la nueva generación de iPhone. Todo por la filtración de la versión Golden Master de iOS 11. Existe una razón por la que el naming de un nuevo iPhone suele ser un secreto mejor guardado que las nuevas características y funciones del terminal. Veamos cuál es. A lo largo de los años quienes seguimos el mundo tecnológico y de la manzana de cerca nos hemos acostumbrado a los rumores. En especial los que rodean al iPhone. Rumores creíbles, rumores disparatados, rumores que acababan haciéndose realidad en septiembre. Todos ellos han girado en torno a características de hardware, filtradas desde la inescrutable cadena de suministros asiática de la compañía, o del software, provenientes de personas directamente involucradas en su desarrollo. Como si del reparto de un coto de caza se tratara, hemos asociado dos nombres con ambos campos: Ming-Chi Kuo y Mark Gurman. Los dos constituyen el exponente máximo de filtraciones sobre Apple, donde se especializan en hardware el primero y software el segundo (aunque no es una distinción estanca). Las filtraciones de Apple apenas han alcanzado a acertar en cuestiones de nombres y precios de productos futuros Aunque parece que no haya secreto que se les resista, hay dos temáticas en las que su autoridad no es la misma. Se trata de los nombres de futuros productos de la manzana, así como sus precios. La razón de que su precisión a la hora de predecir el nombre y precio de nuevos dispositivos es que éstos se deciden en Cupertino. Phil Schiller, vicepresidente senior de marketing de Apple y su equipo, es quien está detrás de estas decisiones. Se trata de un grupo muy reducido de personas que debaten y deciden sobre estos temas, sin necesitar compartirlo con empleados de fuera del círculo. No hay componentes electrónicos que sacar de una fábrica a través del retrete ni errores humanos que filtren estos nombres, precios o materiales de marketing. Tampoco hay incentivos para que estas personas hablen con la prensa para sabotear su propio trabajo. Todo ello se decide “en casa”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario